La dieta más saludable empieza por comer comida, según un experto nutricionista

«La dieta más saludable empieza por comer comida»; así de simple resume lo que considera la alimentación más sana el periodista y experto nutricionista Adam Martín, autor del libro «Comer para ser mejores»

Foto tomada de la fuente

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En «Comer para ser mejores» (Grijalbo) el autor pretende ofrecer una guía exhaustiva para no perderse en el laberinto de la alimentación saludable, un libro lleno de trucos, ideas e información, aunque sin perder su sentido divulgativo.

«El objetivo es divulgar información sobre una dieta saludable a día de hoy e intentar poner un poco de orden en todo ese desconcierto sobre lo que se considera alimentación saludable», ha explicado a Efe Martín, que como periodista intenta «buscar e investigar todas las fuentes posibles y ponerlas a disposición de los lectores para que puedan tomar decisiones libres».

El propio Martín, que hace diez años cambió radicalmente la forma de alimentarse y que hoy se vanagloria de ser padre de tres niñas que comen verduras sin poner el grito en el cielo, reduce la definición de ‘alimentación sana’ a la mínima expresión: «todo empieza por comer comida, pues en la alimentación del mundo occidental hemos dejado de comer comida, de ingerir los alimentos como nos los da la naturaleza».

Por tanto, añade, para llevar a cabo una alimentación saludable «debemos evitar los alimentos refinados y excesivamente procesados, que pueden estar bien para un día, pero no para la dieta habitual».

Adam Martín aconseja a sus lectores «comer verdura, fruta, cereales integrales, un poco de carne, pescado y legumbres, estas últimas las grandes olvidadas de la alimentación actual» y «con estos pequeños cambios -asegura- nuestra salud variaría radicalmente».

Recuerda que en el siglo XXI hay una gran cantidad de enfermedades que tienen que ver con una mala alimentación.

Sin negar que comer pescado puede entrañar algún peligro, especialmente por la contaminación de mercurio, Martín señala que «sólo debemos comer pescado blanco y si es pescado azul, mejor ingerir especies pequeñas como la sardina que no grandes como el atún».

Relacionado con los contaminantes, también se debe tener cuidado con la carne, la fruta y la verdura, que «preferiblemente deben ser ecológicas».

Martín reivindica la recuperación de las legumbres, «las grandes olvidadas» de nuestra dieta actual, «quizá porque son la base de platos sencillos asociados a las clases bajas y a un nivel económico bajo».

Las legumbres, sostiene Martín, son muy saludables, pues «tienen todos los nutrientes y muchas aplicaciones en la cocina; y comiendo legumbres tres o cuatro veces a la semana se resuelven muchos problemas cardiovasculares y el colesterol».

Ligada a esa percepción social, los españoles dejamos de consumir pan y arroz integral, vinculados a las clases más humildes, pero «los alimentos integrales tienen más vitaminas, minerales, ácidos grasos y fibra».

Los problemas que tradicionalmente tienen los niños con las verduras tienen una explicación clara: «Si queremos que nuestros hijos coman verduras, nosotros debemos comerlas».

Argumenta Martín que hay otras razones a ese instintivo rechazo a las verduras: «nuestro organismo busca instintivamente lo dulce, porque la leche materna es dulce, y el azúcar blanco refinado nos proporciona dulce enseguida, pero es tan extremo que cuando tomamos un alimento moderadamente dulce como una zanahoria, no la queremos».

En la alimentación infantil hay una tendencia a introducir demasiado dulce y eso hace que les cueste comer de forma natural las verduras, que, por otra parte, «cocinamos mal, demasiado y las dejamos sin gusto».

El autor no condena a sus lectores a una dieta vegetariana, porque el ser humano, como omnívoro que es, tiene un sistema digestivo que le permite ingerir carne, pero «todos los nutricionistas están de acuerdo en que hay que comer menos carne roja, un máximo cuatro veces al mes».

Al respecto, ha intentado evitar las etiquetas reduccionistas, porque «en EEUU hay muchos vegetarianos obesos, fruto de comer helados, patatas fritas y pasteles industriales».

Entre los consejos que proporciona, Martín destaca uno que nada tiene que ver con los alimentos: «Creo que se ha perdido mucho el hábito de comer juntos en familia y con los ritmos laborales actuales al menos deberíamos hacer una comida al día con toda la familia y sin tele, un ritual que se ha perdido y que vale la pena recuperar».

Fuente: eleconomista.es