Escándalos alimentarios: Monsanto y los transgénicos

En 1901 John Francisco Queeny fundó la compañía Monsanto Chemical Works en St. Louis, Missouri, para producir aditivos alimentarios como la sacarina

alimentos_geneticos_monsantoEl papel de Monsanto en los cambios agrícolas, los productos biotecnológicos y los grupos de presión formados en las agencias gubernamentales —casos de sobornos— para evitar mayores controles y su historia en la industria química han hecho de la compañía una empresa muy controvertida y cuestionada.

Kevin Folta, presidente del Departamento de Ciencias Hortícolas y profesor titulado de la Universidad de Florida, en Estados Unidos, se ha visto envuelto en una polémica, que llega incluso al escándalo, por defender a los alimentos transgénicos y ha tenido, de una manera tajante, que declararse independiente de algún sector de la industria biotecnológica. El escándalo se origina por una serie de documentos que comprueban que ha recibido miles de dólares de la empresa Monsanto, por una efusiva promoción que realiza apoyando los alimentos modificados genéticamente. Ha sido acusado de estar relacionado con empresas como Bayer, Monsanto y Singenta.

El profesor de Florida declaró que su participación en la campaña de apoyo a los alimentos manipulados genéticamente, se debió a que los consideraba seguros y que además se trataba de su trabajo y por eso debía compartir su experiencia con la población estadounidense, y que sus declaraciones estaban basadas en evidencias científicas, que él no fungía como herramienta de la industria biotecnológica. La aparición de los documentos que comprueban que recibió dinero, ponen en entredicho su posición y revelan su doble juego en este conflicto.

Monsanto asegura que su asociación con destacados investigadores ayuda a desmitificar la ciencia. Por otro lado, la mencionada empresa ha publicado muchísimos artículos firmados por eminentes investigadores, y al parecer, se ha comprobado que fueron redactados por consultores de la compañía. Reconocen que ellos y sus socios subvencionaron a muchos investigadores para que difundieran los beneficios de estos alimentos.

La industria de los alimentos ecológicos, que viene a ser la otra cara de la moneda, no se queda por detrás. Un artículo publicado en The New York Times, en su versión digital, asegura que estas industrias ecológicas subvencionan a numerosos investigadores para que den a conocer al público las bondades y beneficios de este tipo de agricultura y en teoría estos expertos deben ser totalmente imparciales. Las dos industrias luchan por influir en los consumidores, políticos y agencias reguladoras de alimentos. Y los consumidores y público en general se preguntan acerca de la imparcialidad de estas publicitadas investigaciones que alaban los beneficios de uno y otro tipo de alimentación.

El periódico de Nueva York solo cita el caso de Charles Benbrook, del lado de los alimentos ecológicos y no tiene tanto peso en el conflicto, debido a que Monsanto y Cargill poseen más influencia y recursos. Estas campañas de prestigio y desprestigio alcanzan las altas esferas del gobierno norteamericano e incluso el de otros países.